sábado, 8 de noviembre de 2014

Se creó la primera carrera de electrónica aplicada al agro de América Latina

Se creó la primera carrera de electrónica aplicada al agro de América Latina

Especialistas de INTA participaron de la creación de la primera carrera de ingeniería electrónica con orientación en aplicaciones agropecuarias del país y América Latina.

Se dicta en la Universidad Nacional de Moreno.

Sin precedentes en América Latina y el país, especialistas del INTA participaron de la creación de la primera carrera de ingeniería electrónica con orientación en aplicaciones agropecuarias, que se dicta en la Universidad Nacional de Moreno –Buenos Aires–.

El programa de formación tiene una duración de cinco años y apunta a capacitar profesionales para trabajar en el desarrollo de tecnologías que permitan potenciar el sector agroindustrial.

“Dentro de las políticas de Estado, hoy día la ingeniería es clave para llevar a cabo un modelo industrializador basado en la sustitución de importaciones”, señaló Andrés Moltoni, responsable del Laboratorio de Electrónica del Instituto de Ingeniería Rural del INTA y docente e investigador de dicha unidad educativa.

Ante esta demanda, explicó que la mayoría de las universidades ofrecen una formación general en electrónica, la cual deja de lado las problemáticas de lo agropecuario y las de las economías regionales.

En esa línea y dada la escasa disponibilidad de técnicos idóneos, el perfil de la nueva carrera prioriza el diseño de tecnologías aplicadas a los procesos productivos.

“La orientación en aplicaciones agropecuarias pretende formar un ingeniero capaz de comprender las necesidades y las potencialidades del sector agroindustrial para generar dispositivos electrónicos, que mejoren los procesos de producción, calidad y almacenamiento de la producción agropecuaria y contribuyan al crecimiento de las economías regionales”, observó.

Por su parte, Gerardo Masiá, coordinador del área de Investigación y Desarrollo en el Instituto de Ingeniería Rural y docente de la carrera, destacó el valor que posee la articulación del INTA junto con las universidades, ya que “así pueden construirse alternativas de educación formal que satisfacen las exigencias electrónicas de la agroindustria, amplían la oferta de productos tecnológicos de origen nacional y resuelven las nuevas demandas locales”.


Moltoni explicó que la mayoría de las universidades ofrecen una formación general en electrónica, la cual deja de lado las problemáticas de lo agropecuario y las de las economías regionales. 


Valor estratégico

Moltoni destacó la importancia de estimular la creación de tecnologías nacionales, debido a que eso permite sustituir importaciones y generar fuentes de empleo.

Asimismo, agregó que los equipos diseñados a escala local tienen la ventaja de ajustarse a la realidad específica del país y, al no importarse, su costo es menor y se vuelven más accesibles para los productores.

Además de enseñar a desarrollar dispositivos de agricultura de precisión como monitores de rendimiento y computadoras de pulverización, la formación brinda herramientas para planificar tecnologías vinculadas con la agrometeorología, la ganadería de precisión, el seguimiento satelital, la trazabilidad , la apicultura y la cría de porcinos, entre otras.


Moltoni destacó la importancia de estimular la creación de tecnologías nacionales, debido a que eso permite sustituir importaciones y generar fuentes de empleo. 


La carrera se denomina ingeniería en electrónica con orientación en aplicaciones agropecuarias y se dicta en la Universidad Nacional de Moreno que, además, cuenta con un laboratorio para impulsar la investigación en agroelectrónica.

Respecto de la orientación, está compuesta por 11 asignaturas teóricas y teórico-prácticas, que se intercalan entre el primer año y el quinto.

intainforma



lunes, 23 de abril de 2012

'iCow': helping farmers make the most of their cattle


Cow
A mobile phone application (app) known as 'iCow' is helping Kenyan farmers better manage their herds through timely expert advice to help maximise their profits.
Invented by Su Kahumbu, an organic farmer living outside Nairobi, the app allows herders to register their cows individually and receive tailored text messages to their mobile phones, containing information on cattle prices, feeding schedules, veterinary care and more.
"80 per cent of Kenyans are farmers, and by that I mean people who make a living off the land, and 80 per cent of the food people eat comes from people who sell in the rural marketplace," Kahumbu tells The Christian Science Monitor.
"So, even though I'm not an expert in technology or development, I thought, why not take the gestation calendar of a cow and send it to agriculturalists, and that can help them increase their productivity, and also increase their savings."
iCow is the latest example of high-tech, entrepreneurial culture that is starting to take hold in Kenya, according to experts.
"We have a large number of Kenyans doing software development and, because of successes like MPESA [the first mobile money transfer service], a lot of them are developing mobile applications," says Bitange Ndemo, permanent secretary for Kenya's Ministry of Information and Communication Technology.
"For every 100 start-ups, maybe one will succeed, but that one company may change the lives of a lot of people."
Examples of such life-changing start-ups include M-Lab (mobile lab) — which has developed mobile-phone applications aimed at Kenyan consumers, from mobile-phone banking and health care to commodity prices for farmers — and FabLab, at the University of Nairobi, where scientists are helping young engineering students and designers develop their inventions, test them, and take them to market.
On a continent with nearly a billion people, nearly half of whom have a mobile phone, small-scale, low-cost technology solutions may become a huge area of growth for a large number of individual innovators, says the magazine.
Kahumbu adds: "If we can only do what I'm trying to do with iCow, riding on the back of technology, we can make a huge impact on ordinary people's lives".
The Christian Science Monitor
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